Crónica Aragón.

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Albarracín examina amenazas al paisaje en el IV Curso de Paisajes Culturales.

Albarracín examina amenazas al paisaje en el IV Curso de Paisajes Culturales.

La Fundación Santa María de Albarracín, ubicada en la provincia de Teruel, ha llevado a cabo recientemente la cuarta edición de su curso sobre Paisajes Culturales, el cual se ha enfocado en examinar los riesgos que amenazan la identidad paisajística de la región.

Bajo la dirección de Ana Almagro Vidal, doctora en arquitectura y académica de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y Patricia Hernández Lamas, experta en paisajismo y directora de la Fundación Miguel Aguiló en la Universidad Politécnica de Madrid, este curso ha profundizado en la importancia de crear infraestructuras verdes y su adecuada planificación como pieza clave para lograr la sostenibilidad, en consonancia con las metas establecidas por la Unión Europea para el año 2030.

Albarracín, que destaca por su excepcional armonía entre lo natural y lo urbano, es un referente singular en integración paisajística, lo que requiere una reflexión crítica sobre el manejo y diseño de sus espacios. En esta línea, se ha prestado especial atención al barranco del Cabrerizo, un área que enfrenta un aumento de la presión turística, particularmente en el entorno de los aparcamientos cercanos a los pinares de rodeno, cuya afectación visual comienza a impactar el legado histórico de la localidad.

El análisis también abarcó el área de Senda Muerta, cuya utilización del suelo pone de manifiesto la necesidad de implementar criterios de infraestructura verde. La modificación de los cauces fluviales, combinada con la falta de consideración hacia su función natural, representa un riesgo que demanda una gestión respetuosa con el suelo.

Este escenario contrasta con la manera en que Albarracín se ha desarrollado históricamente, adaptándose a su geografía y recursos. Elementos como la rambla de Valdevécar o el barranco del Canalón subrayan la urgencia de reinstaurar corredores naturales que sirvan como ejes fundamentales del paisaje y garantes de la biodiversidad.

En las últimas décadas, hemos visto un proceso de desnaturalización e imposición de condiciones urbanísticas que han priorizado la planificación a ras de suelo, desestimando la dimensión espacial y tridimensional del territorio.

Se ha hecho caso omiso a principios y mecanismos esenciales de ordenación territorial, donde las cuencas visuales desempeñan un rol crucial, sin establecer una comunicación efectiva entre las necesidades de la población y el entorno natural circundante.

Esta desconexión podría llevar a situaciones complicadas en el futuro y, de hecho, ya está causando un impacto visible en el paisaje, que forma parte inseparable del patrimonio histórico de Albarracín.

El curso concluyó el sábado pasado con una expedición de campo a la Sierra de Albarracín, donde los participantes pudieron apreciar directamente la variedad de paisajes que conforman esta región: desde parameras y pinares hasta sabinares y tremedales, cada uno con sus características geológicas y vegetación propia, ofreciendo así una perspectiva integral y global sobre el entorno natural de Albarracín.