La ciudad de Zaragoza se destaca por su compromiso innovador en la regeneración del río Huerva, un proyecto que ahora avanza hacia su segunda fase. Estas obras están destinadas a restaurar completamente el ecosistema fluvial del río, incluyendo la plantación de árboles y la creación de espacios naturales que mejoren la conectividad con el medio ambiente circundante.

Víctor Serrano, consejero municipal de Urbanismo, ha destacado que las labores iniciales de bioingeniería ya han comenzado en las riberas. Este enfoque, que aplica soluciones naturales para la restauración de orillas, es un hito en la ciudad y en el país, siendo la primera vez que se implementan este tipo de medidas en Zaragoza.

El propósito de estas técnicas es facilitar la naturalización de las riberas, promoviendo un estado que potencie la evolución natural del río y mejore la estabilidad de sus orillas. Serrano ha señalado que la naturaleza actúa como un aliado clave en este proceso de restauración.

Históricamente, se han utilizado muros de hormigón para prevenir la erosión de las orillas, pero esta práctica presenta diversas limitaciones. La intervención que se está llevando a cabo en el Huerva utiliza el sistema de muro Krainer, una opción que integra soluciones naturales para proteger el ecosistema fluvial y construir defensas ribereñas más efectivas.

Este sistema, que consiste en tejer troncos de madera no tratada, generalmente de especies locales, forma una estructura que se complementa con tierra y otros materiales biodegradables. Este método no solo proporciona un soporte físico, sino que también favorece la retención de la humedad y el crecimiento de la vegetación local.

A medida que las plantas crecen, sus raíces proporcionan una estabilidad adicional, facilitando el anclaje del suelo de manera permanente. Serrano ha comentado que esta técnica de bioingeniería permite estabilizar pendientes de hasta 60 grados y ofrece una resistencia superior a las estructuras de hormigón convencionales.

Este enfoque natural, en lugar de simplemente desviar la fuerza del agua como lo hace el hormigón, permite que el sistema acuático absorba y redistribuya la energía de las crecidas, proporcionando una protección más duradera a la orilla del río.

Además de los beneficios estructurales, la restauración de estas riberas también contribuirá a mejorar el hábitat y atraer nuevamente diversas especies de flora y fauna, incrementando así la biodiversidad del área. La vegetación autóctona funcionará como un filtro natural, mejorando la calidad del agua que fluye hacia el río.

El resultado de estas intervenciones será la creación de orillas que se integran estéticamente en el paisaje, a diferencia de los tradicionales muros de cemento, que son visualmente agresivos y poco naturales. Este proyecto de muro Krainer tiene su origen en prácticas de bioingeniería de Europa Central y ha sido utilizado exitosamente en ríos de diversas regiones de España.

En la segunda fase de las obras del Huerva, se están construyendo muros Krainer de 1,6 metros en la margen derecha del río, donde existen problemas de erosión. En la ribera izquierda, se están estableciendo estructuras destinadas a crear refugios para anfibios, con un enfoque diferenciador que promueve la biodiversidad sin introducir vegetación invasiva.

Los muros Krainer también se están incorporando en otras áreas del proyecto, extendiéndose a ambos lados del río para ayudar a estabilizar las orillas y taludes. La altura de algunas estructuras alcanzará hasta 1,8 metros, garantizando así una resistencia adecuada contra la erosión.

La inversión total para esta segunda fase asciende a 23 millones de euros, con un ahorro significativo en comparación con el presupuesto inicial. Además, se prevé la creación de varios parques y espacios renovados a lo largo del trazado del río, integrando caminos accesibles y vegetación en el entorno urbano.

Estos esfuerzos cuentan con financiación de programas de la Fundación Biodiversidad y del Gobierno de Aragón, que ha comprometido hasta 20 millones de euros para asegurar la ejecución del ambicioso proyecto. Estas obras de regeneración no solo beneficiarán el medio ambiente, sino que también enriquecerán la calidad de vida de los habitantes de Zaragoza.