ASAJA denuncia la traición de la Comisión Europea al campo por el pacto con Mercosur y las políticas arancelarias hacia China.

El líder de ASAJA Aragón, Ramón Solanilla, ha expresado su descontento con la postura de la Comisión Europea, que ante el público se presenta como defensora del sector agrícola, pero en la práctica, toma decisiones que perjudican a los agricultores y ganaderos europeos. Solanilla ha señalado que el acuerdo con Mercosur es un claro ejemplo de esta traición, junto con los aranceles que impone Estados Unidos y los acuerdos comerciales con China.
En su análisis, Solanilla ha subrayado que la promesa de cláusulas de reciprocidad en el tratado con Mercosur suele ser incumplida, como es bien sabido por los políticos. Según él, esta situación pone en riesgo a regiones como Aragón, donde las normas fitosanitarias aplicadas en Europa son desproporcionadas e inaplicables a países con diferentes estándares agrícolas.
El dirigente de ASAJA ha llamado la atención sobre el hecho de que en Mercosur no se respetan los mismos criterios de seguridad alimentaria, sostenibilidad medioambiental y bienestar animal que en Europa, además de tener costes laborales significativamente más bajos. Esto, según él, no solo afecta al sector agropecuario, sino a toda la economía europea.
El discurso común en Europa recalca que los agricultores enfrentan requerimientos cada vez más estrictos y costosos, lo cual plantea la pregunta de cómo pueden competir en igualdad de condiciones. Para Solanilla, la respuesta es evidente: es imposible.
La competencia desleal que la Comisión acepta desde el inicio de las negociaciones ha sido objeto de advertencias por parte de economistas y expertos del sector. Esta situación se encuentra frecuentemente oscurecida en el debate público sobre el tratado de asociación UE-Mercosur, que fue presentado por la Comisión Europea al Consejo el pasado 5 de septiembre.
La aprobación del tratado por parte de los comisarios es solo un primer paso, ya que el acuerdo deberá ser ratificado por el Parlamento Europeo, que ya tiene una postura definida al respecto. Esto significa que no será necesario que los parlamentos nacionales participen en la ratificación del acuerdo.
Por su parte, países como Polonia y Francia están levantando voces en contra del acuerdo, defendiendo la soberanía alimentaria de Europa, a pesar de las afirmaciones de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, de que este tratado traerá beneficios significativos para ambas partes.
Esta retórica ha generado preocupación en el sector agrario, que teme un futuro sombrío. Aunque Europa podría exportar más automóviles y bienes hacia América del Sur, esto podría resultar en la entrada masiva de productos agrícolas de la región, lo que perjudicaría la producción local.
La postura del Gobierno español, que apoya el acuerdo, ha sido criticada por Solanilla, quien señala que desde el Ministerio de Agricultura se promueven beneficios que resultan incomprensibles para quienes están en el terreno.
El mismo problema se repite con los aranceles impuestos por Estados Unidos, donde Europa parece ceder en sectores cruciales, mientras que los productos europeos enfrentan barreras en el mercado estadounidense. Al respecto, Solanilla ha resaltado que el sector agrícola europeo se está utilizando como moneda de cambio en negociaciones internacionales.
Con respecto a China, la incoherencia es aún más pronunciada, con un aumento de la dependencia comercial y la llegada de importaciones sin garantías de reciprocidad. La Comisión Europea, en lugar de respaldar la agricultura y ganadería europeas, las está debilitando, ha declarado Solanilla.
El dirigente de ASAJA ha manifestado claramente que la responsabilidad de esta situación recae sobre todos los miembros de la Comisión Europea, quienes utilizan el campo como una herramienta electoral. Sin embargo, cuando se trata de tomar decisiones cruciales, los agricultores se sienten traicionados.
Desde ASAJA Aragón se han exigido cambios urgentes en esta política que pone en riesgo la soberanía alimentaria del continente y se ha instado a que se abandonen los discursos vacíos sobre sostenibilidad respaldando el mundo rural.
Finalmente, Solanilla ha declarado que cada decisión tomada en Bruselas empuja al sector agrícola hacia la ruina, amenazando su existencia. Reafirma que la voz de los agricultores no será silenciada, recordando que su futuro es también el futuro de Europa. Sin una agricultura y ganadería sólidas, no hay futuro viable para el continente.
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