Para comprender el apoyo de las Cortes catalanas a Carlos III durante la Guerra de Sucesión Española, es necesario analizar los antecedentes que llevaron a este conflicto. La muerte de Carlos II de España en 1700 sin descendencia directa desencadenó una lucha por el trono, ya que varios candidatos se disputaban la corona.
Uno de los candidatos era el archiduque Carlos de Austria, quien defendía sus derechos al trono como nieto de Felipe IV de España. Por otro lado, Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, también reclamaba el trono a través de su abuela María Teresa de Austria, hermana de Carlos II.
El conflicto entre las potencias europeas por la sucesión española se intensificó debido a la rivalidad entre Francia y Austria. Mientras que Luis XIV apoyaba la candidatura de su nieto Felipe de Anjou, Inglaterra y los Países Bajos respaldaban al archiduque Carlos de Austria para evitar una unión entre Francia y España que amenazara el equilibrio de poder en Europa.
Las Cortes catalanas decidieron apoyar la candidatura del archiduque Carlos de Austria, quien se proclamó como Carlos III de España. Este apoyo se debió en parte a los lazos históricos y culturales que unían a Cataluña con la Casa de Austria, así como a la oposición al centralismo borbónico que representaba Felipe V.
La imposición de las leyes de Nueva Planta por parte de Felipe V tras la Guerra de Sucesión Española, que derogaron los fueros catalanes y suprimieron las instituciones autonómicas, generó un sentimiento anti-borbónico en Cataluña. El apoyo a Carlos III representaba una forma de resistencia contra la monarquía borbónica y la defensa de la identidad catalana.
La Guerra de Sucesión Española tuvo un fuerte impacto en Cataluña, donde se libraron numerosas batallas entre partidarios de Carlos III y partidarios de Felipe V. Barcelona fue uno de los principales escenarios de la contienda, y la ciudad resistió un largo asedio antes de caer en manos borbónicas en 1714.
La victoria de Felipe V en la Guerra de Sucesión Española tuvo graves consecuencias para Cataluña, que perdió su autonomía y fue sometida a un proceso de represión y centralización por parte de la monarquía borbónica. Se prohibió el uso de la lengua catalana en la administración pública y se impuso un régimen autoritario que eliminó cualquier atisbo de autonomía regional.
El Decreto de Nueva Planta, promulgado por Felipe V en 1716, derogó los fueros catalanes y unificó el sistema administrativo de España bajo un modelo centralizado. Cataluña perdió sus instituciones autonómicas y fue sometida al mismo régimen que el resto de territorios de la corona.
La represión desatada por Felipe V en Cataluña tras la derrota en la Guerra de Sucesión Española provocó un sentimiento de resistencia entre la población catalana. Surgieron movimientos clandestinos que luchaban por la restauración de los fueros y la autonomía regional, aunque la represión borbónica fue implacable y ejerció un control férreo sobre la región.
A pesar de la dura represión que sufrió Cataluña tras la Guerra de Sucesión Española, el legado de aquel conflicto perduró en el imaginario colectivo de la región. La defensa de la identidad catalana y la resistencia ante la imposición centralista borbónica se convirtieron en elementos fundamentales de la cultura catalana, que reivindicaba su historia y sus tradiciones frente a la uniformidad impuesta por el poder central.
El nacionalismo catalán surgió como respuesta a la pérdida de autonomía durante la Guerra de Sucesión Española y se consolidó a lo largo de los siglos posteriores como un movimiento político y cultural que reivindicaba la identidad y la lengua propias de Cataluña. Este sentimiento nacionalista se mantuvo vivo a pesar de las vicisitudes históricas y las fluctuaciones del poder político en España.
La reivindicación de los fueros catalanes se convirtió en una demanda recurrente en la historia contemporánea de Cataluña, que aspiraba a recuperar la autonomía perdida durante la Guerra de Sucesión Española. El restablecimiento de las instituciones autonómicas y el reconocimiento de la lengua catalana como lengua oficial fueron objetivos prioritarios para el movimiento nacionalista catalán.