La Restauración borbónica en España se produjo en el contexto de la última mitad del siglo XIX, tras el periodo conocido como el Sexenio Democrático que culminó con la proclamación de la Primera República en 1873. Tras la abdicación de Amadeo I de Saboya en 1873, se abrió un periodo de inestabilidad política en España que culminó con la restauración de la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII en 1874. Esta restauración marcó el inicio de un periodo de estabilidad política en España, pero también de fuertes tensiones sociales y territoriales.
En Aragón, la Restauración borbónica fue recibida con diversas reacciones. Por un lado, un sector de la sociedad aragonesa apoyó el restablecimiento de la monarquía como una forma de recuperar la estabilidad política y social que tanto había anhelado durante los años de inestabilidad. Sin embargo, también hubo sectores que se opusieron a la vuelta de los Borbones al trono, principalmente por cuestiones relacionadas con la defensa de los fueros y las libertades tradicionales de Aragón.
La resistencia aragonesa durante la Restauración borbónica se manifestó de diversas formas. Por un lado, se organizaron movimientos políticos y sociales que buscaban preservar la identidad y los derechos históricos de Aragón frente a las políticas centralizadoras del gobierno central. Por otro lado, hubo fuertes tensiones en la conflictiva relación entre la Iglesia y el Estado, especialmente en lo que se refiere a la secularización de los bienes eclesiásticos y las tensiones entre el clero y los sectores laicos de la sociedad aragonesa.
Uno de los principales motivos de resistencia en Aragón durante la Restauración borbónica fue la defensa de los fueros y las libertades locales frente a las políticas centralizadoras del gobierno central. Aragón, al igual que otras regiones españolas, contaba con una rica tradición foral que se remontaba a la Edad Media y que había sido constantemente amenazada por los intentos de recentralización del poder por parte de los monarcas. Durante la Restauración borbónica, esta resistencia se manifestó principalmente en la defensa de las instituciones propias de Aragón, como las Cortes o la Diputación del Reino.
Además, Aragón también se vio afectada por los conflictos territoriales derivados de la política de unidad nacional impulsada por la monarquía borbónica. La creación de una administración centralizada y la imposición de leyes y normativas a nivel nacional generaron tensiones en Aragón, donde se percibía una intromisión del gobierno central en las competencias y prerrogativas locales. Este conflicto territorial se manifestó en la resistencia de los aragoneses a aceptar las leyes y decretos del gobierno central, así como en la defensa de la autonomía regional frente a los intentos de recentralización del poder.
La resistencia aragonesa durante la Restauración borbónica también tuvo un importante componente social. La sociedad civil aragonesa, especialmente las clases populares y las capas medias urbanas, participó activamente en la defensa de los derechos y las libertades de Aragón. Se organizaron movimientos y asociaciones que buscaban preservar la identidad aragonesa y luchar contra las políticas centralizadoras del gobierno central. Además, se produjeron numerosas manifestaciones y protestas en las calles de las principales ciudades aragonesas, en las que se exigía el respeto a los derechos y las instituciones propias de Aragón.
La prensa fue también un importante instrumento de resistencia durante la Restauración borbónica en Aragón. Los periódicos locales y regionales se convirtieron en altavoces de las demandas y reivindicaciones de la sociedad aragonesa, denunciando las injusticias y abusos del gobierno central e impulsando la conciencia regionalista entre la población. Además, se publicaron numerosas obras literarias y ensayos que exaltaban la historia y la cultura de Aragón, contribuyendo a la consolidación de una conciencia regional aragonesa frente a la política centralizadora del gobierno central.
La resistencia aragonesa durante la Restauración borbónica dejó una profunda huella en la historia de Aragón. A pesar de las dificultades y los obstáculos a los que se enfrentaron, los aragoneses lograron preservar gran parte de sus instituciones y tradiciones locales, contribuyendo a la consolidación de una identidad regional fuerte y resistente. La defensa de los fueros y las libertades de Aragón durante la Restauración borbónica sentó las bases para la reivindicación de la autonomía regional en épocas posteriores, como la Segunda República o la actualidad.
Además, la resistencia aragonesa durante la Restauración borbónica también contribuyó a la revitalización de la cultura y la historia de Aragón. La defensa de la identidad regional y la lucha contra la política centralizadora del gobierno central impulsaron la producción cultural y literaria en Aragón, generando un importante legado artístico y literario que aún perdura en la actualidad. La resistencia aragonesa durante la Restauración borbónica, lejos de ser un mero capítulo de la historia regional, se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad y la autonomía en Aragón.