En Zaragoza, el 29 de diciembre, el Teatro Arbolé da la bienvenida al XXIII Festival 'Una Navidad de Cuento', un evento que se prolongará hasta el 7 de enero. Este fin de año, el festival se despedirá con una de sus obras más emblemáticas: 'Pinocho'. Se ofrecerán tres funciones, programadas para el lunes 30 de diciembre a las 12.00 y 18.00 horas, así como un último pase el martes 31, también a las 12.00 horas.
'Pinocho' es una representación que narra las vicisitudes de un simple tronco de madera que se transforma en un niño de carne y hueso. Este relato se presenta como una metáfora del proceso de maduración que enfrentan todos los niños en su camino hacia la vida adulta. La obra es recomendada para un público a partir de 3 años, por lo que se trata de un espectáculo ideal para disfrutar en familia.
La historia gira en torno a Geppetto, un modesto carpintero con el sueño de ser padre. Impulsado por su anhelo, decide tallar una marioneta con forma de niño, y de manera sorprendente, esta figura cobra vida. Pinocho, como lo llama, es un niño travieso que, desafiante por naturaleza, tendrá que aprender las consecuencias de sus acciones, como el hecho de que cada vez que miente su nariz se alarga.
A pesar de su rebeldía, la desobediencia de Pinocho constituye el motor de sus peripecias, convirtiéndola en un reflejo de la búsqueda incesante de afirmación de un niño. La profundidad de sus emociones y sus episodios fantásticos logran romper con los clichés tradicionales asociados a las narraciones infantiles. Esta es, sin duda, la razón por la que 'Pinocho' sigue resonando en nuestros días, tocando la fibra de las nuevas generaciones.
El Teatro Arbolé aprovecha al icónico personaje de Pinocho para abordar temas de gran relevancia social, como la propensión de los niños a mentir o distorsionar la verdad. Esta reflexión también aboga por la importancia de cultivar una buena autoestima en los más pequeños. Por lo tanto, la obra no solo entretiene, sino que también invita a la introspección sobre valores esenciales en el crecimiento personal.
Por otro lado, la representación es un sincero tributo al arte de los títeres y a la profesión del titiritero. Este homenaje se despliega a través de múltiples momentos a lo largo de la obra, destacando escenas memorables como la visita de Pinocho a Pelegrín, así como un final cautivador que deja una impresión duradera en los espectadores.
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