ZARAGOZA, 19 de diciembre. En la ciudad de Zaragoza, la sala de exposiciones del emblemático Torreón Fortea se convierte en el escenario de la intrigante exhibición titulada "Ni sushi ni yakuza". Esta muestra, que se podrá visitar hasta el 5 de marzo, está a cargo del talentoso artista japonés Hiroomi Ito, quien ha encontrado un nuevo hogar artístico en Barcelona. La exposición presenta su particular visión contemporánea del arte tradicional japonés, fusionando lo antiguo con lo moderno.
La consejera municipal de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, expresó su satisfacción por poder presentar esta exposición que destaca la creciente fascinación por el arte asiático. Señaló: “La cultura japonesa está en auge y resulta atractiva tanto para las generaciones jóvenes como para los adultos mayores”. Esta apreciación por lo oriental se debe a una curiosidad inherente hacia las costumbres, la historia, y los matices estéticos de Japón, un interés que se ve complementado por la reconocida riqueza de su gastronomía, tan valorada en un país como España, donde la buena mesa es prioridad.
La exhibición es un reflejo de la intersección entre el arte contemporáneo y la rica historia de Japón, un país con una cultura milenaria que sigue siendo relevante. Hiroomi Ito enfatiza la importancia de salvaguardar los valores y principios que definen la identidad cultural nipona, adaptándolos, por supuesto, a las dinámicas de la modernidad. “Es esencial preservar nuestras raíces mientras nos modernizamos”, destaca el artista, poniendo así de relieve la relevancia de su práctica artística.
Mario Malo, el comisario de la exposición, considera que la presencia de esta muestra en Zaragoza es de suma importancia, ya que la ciudad cuenta con varios espacios dedicados al arte japonés. En este sentido, destacó la destacada trayectoria de Hiroomi Ito, quien ha dejado su marca en renombradas ediciones de la Bienal de Venecia, así como en exposiciones en Nueva York, Hong Kong y, por supuesto, Japón. Tener la posibilidad de admira su obra en Zaragoza representa un verdadero privilegio para los amantes del arte.
Uno de los principales enfoques de la exposición son las obras de estilo 'nihoga', una forma de pintura tradicional japonesa que Hiroomi Ito utiliza como una declaración de resistencia cultural frente a la globalización y la influencia del arte occidental a lo largo de la historia de Japón. A través de su arte, el artista llama la atención sobre la importancia de mantener la tradición, utilizando la gastronomía como un hilo conductor para conectar con el mundo que lo rodea. La comida, como plantea Ito, es universal y puede funcionar como un puente entre diferentes culturas, permitiendo superar barreras lingüísticas y culturales.
La producción estética de Hiroomi Ito es notablemente impactante, gracias a su uso de materiales como el pan de oro y la plata, así como pigmentos naturales. Sus obras, muchas de ellas elaboradas en el tradicional papel 'washi', que se fabrica de manera artesanal desde hace más de 150 años, poseen una calidad orgánica que resalta su singularidad artística. Además, su trabajo está cargado de simbolismo, ofreciendo una mirada única y, en ocasiones, transgresora sobre ciertos elementos culturalmente arraigados en Japón.
La muestra gira en torno a dos ejes fundamentales: la cocina japonesa, especialmente el sushi, y los tatuajes, elementos que revelan la complejidad de la identidad cultural nipona y los dilemas de la modernidad. Estos aspectos invitan a reflexionar sobre problemáticas como la despersonalización del individuo, los efectos de la precariedad laboral, las secuelas de la pandemia de COVID-19 y las peculiaridades sociales del Japón contemporáneo, entre otros temas.
Hiroomi Ito captura a través de su obra un profundo debate sobre la identidad cultural en Japón, abordándolo desde una perspectiva crítica que enfrenta su historia personal con las ricas tradiciones de su país. Otro tema central en su trabajo es la religión, que se entrelaza con el respeto por la naturaleza y las relaciones humanas, elementos presentes en su estética, influenciada por el estilo 'nihoga', que surgió como respuesta a la influencia occidental durante el periodo Meiji (1868-1912).
Las composiciones de Ito, algunas de gran tamaño, logran transmitir una profunda serenidad y equilibrio, invitando a los espectadores a una conexión íntima con la naturaleza. El riguroso proceso de creación de sus obras puede llevar hasta dos años en las más grandes, alternando con lienzos más pequeños que requieren uno o dos meses de trabajo. Esta dedicación artesanal refleja su pasión por la gastronomía de Japón, que se encuentra íntimamente ligada a su producción artística, ya sea a través de los motivos visuales o los materiales empleados, como el té tostado, que otorga a sus pinturas una pátina antigua.
En su labor como pintor-cocinero, Hiroomi Ito aplica un enfoque artesanal, elaborando sus propios pigmentos naturales y construyendo sus lienzos desde cero, casi como si estuviera preparando una receta culinaria. De esta manera, el artista no solo cuela elementos de su cultura en su arte visual, sino que también aboga por una conexión más íntima entre la gastronomía y la pintura.
Finalmente, esta exposición representa un puente entre Zaragoza y Japón, un vínculo que ha estado presente a lo largo de la historia. Al alejarse de una visión puramente exótica, Hiroomi Ito nos invita a explorar una perspectiva contemporánea del arte japonés, llena de crítica y complejidad, que sin duda cautivará a todos los espectadores. La importancia de esta muestra radica en su capacidad para abrir un diálogo sobre las influencias culturales en un mundo cada vez más globalizado.
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